Muchas personas persiguen la felicidad como si se tratara de una
meta, enzarzándose en una constante e interminable búsqueda de logros
que los satisfagan, «… cuando me gradué…», «… cuando tenga un mejor
empleo…», «… cuando compre el auto soñado…», «… cuando consiga la pareja
ideal… seré feliz», sin darse cuenta que en realidad están postergando
la posibilidad de ser feliz justo en ese instante. En mi opinión, ser
feliz es una decisión que se toma todos los días, disfrutando del día a
día cual paisaje de un viaje, pues en el viaje de la vida lo que podemos
disfrutar se encuentra en medio del trayecto, el comienzo del recorrido
ya se dejó atrás y el final es conocido para todos, ninguno de los dos
aporta nada que se pueda alegrar al alma.
Cada persona escoge si afrontar y sonreírle a los problemas o
quejarse y hundirse en ellos; puede decidir si tomar un problema y
llevarlo hasta otro aspecto de su vida que generalmente disfruta y
estropearlo, o aprovechar las mejores partes de su vida, estos pequeños
aspectos que la hacen feliz y llevar esa fuerza y energía al problema y
mejorarlo. Según pensadores y emprendedores, los pensamientos positivos
dan lugar a que cosas buenas sucedan, mejorando una cosa y otra de forma
sistemática, cual cadena de eventos afortunados.
Y ahora comienza la parte más divertida del post, mi creencia
divergente sobre el porqué estas energías positivas funcionan, tíldenme
de loca, pero cada quien decide en que creer, que los hace feliz, así
que, en mi opinión, sabiendo que estamos constituidos por átomos que a
su vez están formados por electrones, protones y neutrones y que todo
esto se mantiene unido por una argamasa etérea, es decir energía.
Entonces, a mayor felicidad y energía positiva proyectes en tu vida,
mejor será el estímulo que le damos a este conglomerado de elementos que
nos conforman y finalmente nuestra vida misma será mejor y más plena.
Esto explicaría porque a muchos personajes históricos y
actuales que logran ganarse el odio de las masas, como por ejemplo el
típico arquetipo de los políticos corruptos, parecieran ser inmunes a
los efectos del karma, ese castigo divino que todos esperan. Pues estos
seres, rodeados de lujos y dinero viven con un pensamiento positivo una
vida feliz, que sólo cambia drásticamente al ser amenazados con la
posibilidad de pagar por sus fechorías, momento en el que han de ser
invadidos por un sentimiento de preocupación y miedo por ser
descubierto, debe ser allí cuando la suerte deja de sonreírles. Así que
debemos tomar algo de este ejemplo y aplicar la buena vibra en nuestro
día a día, y no dejar que esos mal parados se queden con todo lo bueno
que tiene la vida para dar.
Sé por experiencia propia que en una situación tan crítica como la de Venezuela es difícil sonreírle a la escasez, la inseguridad y la inflación, pero hay que mantener la esperanza, pues de nada sirve una actitud pesimista y debemos dar lo mejor de nosotros para que lo mejor de la vida vuelva para recompensarnos.